viernes, 11 de febrero de 2022

Casi crónicas de la blanquedad 2. Diálogos con mi otro yo sobre la ciencia.

 Casi crónicas de la blanquedad 2: diálogos con mi otro yo sobre la ciencia

 


-Gisela, se te pasó decir en el podcast que es muy importante notar que la ciencia es blanqueada y que es racista y que abajo y a la izquierda y que quemen todo.

-Pero ¿y eso qué? Seguramente el planeta va a explotar un día y cuando eso pase, yo seré viejita -si es que no me muero en una balacera o me atropeya el 380...

-La ruta 380 ya ni existe y atropellar va con doble ele.

-Bueno, pero ¿me entendiste? ¿no?

-Sí, pues. Pero era importante decir que la ciencia es racista.

-Sí, pero se me pasó. Tenía que hablar sobre el texto de Enrique Leff que vimos en clase, para que me cuente como puntitis en mi evaluación Proesde.

-Esa mierda te va a matar; las evaluaciones te van a matar. Y a tus parejas no les gusta que nomás estés pensando pendejadas como "divulgación", "extensión de la ciencia".

-Sí, pero ¿qué hago? Tengo que comer. ¿A poco crees que me alcanzan doce mil mensuales para el tren de vida que llevo? Si ser "académica nice" cuesta. La ven a una y piensan que es bien fácil, pero no. Sale bien caro codearse con les académiques. Un día, me acuerdo que se me ocurrió meterme en las mamadas de Lasa, concretamente Erip. Y la batuta la llevaba otro grupo de chicas -ya ñoras-, pero yo era parte del Consejo. Entonces como estábamos en Nueva York... ah, porque para esto, mi querida mimisma, las juntas son en puros lugares bien divis divis, nice nice, boni boni. Entonces nos citaron en un café cerca de donde hay un montón de personas judías vendiendo tecnología.....Ah, porque resulta, no sé si te acuerdas, pero Emiliano, el esposo de mi prima nos había encargado que le compráramos una cosa en las tiendas de los judíos, una cosa tecnológica de fotografía; eso sí, todo mundo dice que los profes somos bien huevones, pero nomás ven burro y se les ofrece viaje. Bueno, el punto es que andábamos en ese barrio de La Reina, creo que le dicen Queens, y ahí vamos al mentado café. Una de las chidas de Erip estaba en la cabecera de la mesa y el resto la estábamos escuchando muy atentas. La chida nos dice: ay, pero por favor, siéntense, pidan un café ¿ya desayunaron? Y ándale que nos llevan el menú...¡Sopas!

-¿Había sopas?

-No mames, hazla seria; te estoy hablando en serio. Dije "sopas" para referirme a que me llevé una sorpresa.

-¿Por qué? ¿Qué pasó?

-¿Cómo que qué pasó? Pues que un pinche capuchino costaba como 10 dólares; un sanduich de huevo con salmón costaba con 17 dólares; y nosotros que comíamos huevos como "coyotes" -Meriene dixit, pues ahí nomás te lo paso al costo para que te des color.

-¿Y no desayunaron?

-Pues no, güey ¿Cómo íbamos a desayunar si el dinero que era para terminar de pagar la lavadora nos lo llevamos para gastarlo en Nueva York.

-Ah, pero ¿qué tal te paseaste?

-Uy, ni te cuento. Hasta Willy Colón cantó esa noche: "Simón, Simó oh oh oh, Simón".

-No mames ¿Willy Colón? ¿El que era amigo del vato que se metía un chingo de coca y que cantaba bien perrón?

-Ese mismo Willy. No, y espérate; para entrar al concierto, haz de cuenta que el costo para ir a Erip era como de cien dólares o poquito más, pero luego tenías que pagar la cuota de la sección, que eran como 10 dólares... y ya sabes que a mi me gusta pintada y con moño, así que me inscribí a dos secciones: a la de educación y a la Erip.

-No mamar, pues ¿no que no tenías dinero?

-Credit Card, baby y ahí luego nos averiguamos. Bueno, pues total que pagamos como unos cuatrocientos, casi quinietos dólares... eso de puro congreso; más los vuelos, más el Er Bi an Bi. Carísimo nos salió. Y ya estando afuera del concierto de Willy Colón, había puro vato blanco checando en la lista que no fueras un colado; y sopas, que no aparecimos en la lista porque no sé qué de nuestro registro, que si un código de confirmación, que algo.

-¿Y el otro, qué hizo?

-Uy, se puso, no manches. Casi me menta la madre, que porque yo tuve la culpa, que yo no hice los registros bien, que si no me fijé, que si angas o mangas.

-Ya ves, por eso te digo que eso de andar en tus pinches rollitos de jugarle a la académica te va a poner el mundo e contra.

-Sí, pues. ¿Pero que no se supone que soy feminista y que además la digna rabia, y que nos quitaron todo hasta el miedo, que siempre pa´lante?

-Ándale, por ahí síguele con tus chingaderas y vas a ver que un día de estos te da un infarto, una embolia o simplemente cáncer; ahí están tus amigas que les dio cáncer. Ahí tu vele si prefieres tu éxito académico o tu salud. Porque el méndigo quehacer aquí sigue, mi chula. Te levantas de un artículo bien chingón y tienes que bajar a lavar platos. Invitas a Juan Botas del Espacio de la Universidad de Yale, pero luego tienes que checar si hay huevo y leche, darle una barridita a la casa por el desmadre de los animales; y luego ahí van a estar buscándote para que la hagas de nana, o de asesora o de cuidadora. Como te digo, ahí tu vele bien. Porque de eso no te escapas. Y cuidadito donde te quejes porque luego te van a salir con que otras mujeres sufren más, y que pinche privilegiada, y que las mestizas existen a costa de la sangre de...

-Uy, no me puedo acordar de nada, porque luego luego ya me estás jodiendo. ¿Ya te conté de un novio que tuve, el que me puso unos aventones porque lo caché que me fue infiel?

-¿Que si ya me contaste? Pues si yo estaba ahí. O ¿a dónde crees que voy cuando no me pelas ni me escuchas?

-Ay, tú, qué sentida. Bueno, pues este novio, que era bien vaquetón pero también bien dicharachero, pues me contó que duró sin trabajo como dos años. Y no encontraba, y no encontraba. Entonces le dijo un amigo: no, cabrón; así nadie te va a dar trabajo. Necesitas presentarte más acá, más guapo y con carro, güey.

-¿Y qué hizo? No me digas ¿Se compró un carro?

-Sí, güey. Se compró un carro de agencia, uno niu niu, divis divis.

-¿Qué carro era?

-Un chevy.

-Ah, te la mamaste ¿A eso le llamas divis divis?

-Bueno, pero es que era de agencia. Así que ahí lo tienes, con dos años sin chambear, sin un peso en la bolsa, bien endrogado, pero con auto del año. Y así le dieron el trabajo en Cemex en donde se metía un buen billete. Luego lo corrieron, pero esa es otra hisoria.

-Así es la ciencia, mi Gis; para estar en ella necesitas carro del año, aunque dejes de pagar la lavadora. Ya ves, por eso te digo que le eches coco. Y ya duérmete porque mañana tienes conexión con la New School, divis divis, nice nice.



jueves, 10 de febrero de 2022

Casi crónicas de la blanquedad: la chica Uber

 Casi crónicas de la blanquedad: la chica Uber


 

Era un lunes o un viernes, de esos días en donde el tráfico de Guadalajara se pone cabrón;
pedí el uber con tiempo porque tenía que ir a vacunarme hasta el Cucei,
cerca de donde pasaba con mi mamá para ir a la Kodak en los ochentas.
Salí a la calle y mi vecina, doña Yola, o mamá Yola como le dicen sus nietos, todavía no salía a barrer.
 
Llevaba el gorro rojo barato que les había comprado a las chicas morenas de Cordilleras,
los guantes cafés esponjocitos de cincuenta pesos,
el pantalón gris que se estira por si desayunaba algo en la calle
y la chamarra y chaleco negros de los que un día Erika dijo que eran bien caros; los había comprado en el tianguis, pero eso no se lo dije, claro.

Llegó un Avanza negra.
Abrí la puerta y era una chica morena de cabello corto, cabello planchado, cabello con rayitos.
La resequedad en el contorno de sus ojos evidenciaba un par de lagañas mal quitadas,
Ay, muchas gracias. Qué frío ¿verdad?- le dije. Ahora sí parece que es invierno-.
Y la muchacha sólo ¿Quieres que tome mi ge pe ese o el güeis?-
-El güeis, que al cabo de todas formas todos nos mandan por donde les da su chingada gana- dije.
La chica se incomoda y yo decido bajarle dos rayitas.

Entramos al túnel de la López Mateos, allá donde se buscaban conjuntos norteños;
mientras pasamos Hidalgo, parece que la chica me toma confianza y me pregunta si soy religiosa.
¡La puta que me parió!
Digo, no tenemos que hablar de los griegos o de las Chivas, pero ¿de la iglesia? ¿neta?

"Sí, cómo no! Mi familia es de Mascota; venimos de cristeros; mi mamá estudió con las Clarisas y mi abuelita se encargó de que todos los nietos hiciéramos nuestra primera comunión a los nueve-, y saco un tono tipo Tía Casilda "Ajá; huuum; sí, claro, por supuesto; pues sí, verdá, quiera diooooos. Así, con triple o cuádrupe o, porque si no, no vale.

Entonces, después de mostrar mis carnets lingüísticos y que sí tengo todos los requisitos burocráticos necesarios ella inicia:

"Es que el uber no es mío, es de mi jefe; de hecho, mi jefe es cristiano; cristiano y le encanta el dinero"- Y suelta la carcajada. Yo nomás pienso en el Padre Robles que era católico y le encantaba no sólo el dinero, sino las niñas, las mamás de las niñas, los muchachitos pubertos y las bandeja de plata de los Zavalza.. ah, pero eso sí: detestaba ver a una mujer sin rebozo en misa.
 
"Y pues, de hecho yo no tengo problema con que la gente sea cristiana, hasta eso, yo tolero... soy inclusiva, pues, como dicen por ahí"-. Llévame las siete chingadas; seguramente haz de querer un premio nomás por nombrarte inclusiva"- pienso yo a mis adentros. ¿Qué quieres? ¿Que te traiga el mariachi por eso?.
 
 Y un día, una que yo consideraba bien mi amiga pero bien mi amiga... ah, porque para esto, yo tengo un bebé, está chiquito; tiene siete años, bueno casi ya va a cumplir sus siete añitos. El caso es que un día ... Y el puto tráfico a vuelta de rueda. Se metió por la colonia Olímpica y como que recuerdo que por ahí mi tía Cuca me compró un vestido para que Maripaz y yo anduviéramos vestidas igualitas, de esos que tenían cinturón negro elástico para que se te viera cinturita de avispa ¡Coño! Teníamos sólo como siete u ocho años ¿qué cintura íbamos a tener?
 
Vi pasar la calle 86 y la morra seguía hablando y yo apliqué la de Fortino cuando alguien le hartaba: claro, sí, claro; por supuesto- ¿Qué vergas me estaba contando? ¿qué era católica o que era cristiana? No la vayas a cagar, Gisela.
 
-Entonces yo ya había limpiado a mi virgencita; era así, grande ¿cómo te diré? No de nuestro tamaño pero sí era grande .
-¿Cómo aquella foto famosa de Ciudad de México en donde va un chavo cargando un santo amarrado a sí mismo, y el muchacho va en una motocicleta?
-Ándale, así.
-Entonces yo tenía unas flores y le dije a mi amiga: amiga, voy a irme antes porque tengo que ir a llevarle estas flores a mi virgencita. Y ella me dice ¿a poco crees en imágenes? Uy, no. En verdad, ni me hubiera dicho eso. Yo soy bien respetuosa, bien inclusiva, pero con mi virgencita que no se metan. Y le dije ¿sabes qué, Indira? Porque se llama Indira. ¿Sabes qué, Indira? Con mi virgencita no te metas. Yo te aguanto que me hables de tu religión, que me cuentes tus misas locas en donde quién sabe qué mariguanadas hacen, creo que hasta bailan con música de rock, le ponen letra religiosa, pero finalmente es música, así, estruendosa. Y que le digo: ¿sabes qué, Indira? Yo creo que esto es prueba suficiente que no sabes respetar a otros? Y fíjate... ay, ya te estoy tuteando, dísculpame, es que te ves bien joven... pero fíjate que yo creo que tiene que ver ¿cómo te diré? Como que antes, yo tengo la idea de que antes, aquí en Guadalajara la gente no era así; como que ya han llegado más gentes de otros lados...
-Foráneos- la interrumpo.
-Ándale, así, foráneos, que no saben respetar. Yo recuerdo que antes, bueno, yo tengo cuarenta y dos años...
-Yo también- la vuelvo a interrumpir.
-Ay, mira, y te ves bien chiquita. Pues yo creo que antes la gente era como más así, como más cordial, como más civilizada, más respetuosa. Pero ahora, ni qué decir. Ves un montón de mugrosos por todos lados, gente así... digo, mi amiga no es mugrosa- ¡Joder! ¡No que ya no era su amiga! Pero así, como gente bien irrespetuosa; pero es por eso, porque llega mucha gente de Michoacán, uy, de Ciudad de México mejor ni te cuento; ¡si vieras cuantos clientes me tocan de Ciudad de México! Y son tan secos, tan... tan....¿cómo decirte? Como que no tienen maneras... porque por ejemplo, el otro día yo....

Llegamos a la vergonzosa línea tres del tren ligero y al pasar por una papelería que vendía cafés de a diez pesos le dije: 
-Creo que aquí me bajo; sólo voy a cruzar Revolución y listo. Mira, incluso ahí está la fila porque hoy me toca la vacuna, la segunda para los profes.
 -Si quieres te cruzo, me doy la vuelta y te cruzo- respondió.
-No, para nada, no te voy a hacer dar la vueltota nada más para eso, pero eres muy amable de todas formas; te agradezco muchísimo el viaje y la plática tan amena.
-Ay, al contrario; ojalá todos los clientes fueran como tú.
-Nombre, nada qué agradecer y gracias por lo de jovencita.
-Mira, si quieres me acerco a aquella banqueta para que te de menos trabajo.
-Súper, qué amable eres. Te agradezco muchísimo, en serio.
-Nombre, nada de eso. Para eso estamos, para dar el mejor servicio.

Llévame las siete chingadas. No sé cómo pero de repente se tornó la cosa como el profesor Jirafales y Doña Florinda: pase usted, no usted primero; no, usted; no, después de usted.
Vámonos a la verga de aquí.




jueves, 3 de febrero de 2022

Morir joven en México: la racialización al límite

 Morir joven en México: la racialización al límite



En un libro de más o menos reciente publicación (y bastante caro; me costó $3,300 pesos mexicanos), Leith Mullings y Charles Hale sostienen que vivimos en momentos en donde impera un proyecto racial de retracción ¿qué quiere decir esto? y ¿para qué nos sirve saber esto en un lugar como Jalisco, estado que tiene las cifras más altas en desaparición de México, y se encuentra no en el primer lugar, pero sí en los más altos sitios en donde se cometen feminicidios?

En algunas de sus páginas ambas autoras sostienen (Charly: siéntete incluído en el femenino) que este proyecto racial de retracción no surgió de un día para otro; incluso mencionan que, por ejemplo, desde la década de los setenta en Estados Unidos comenzó a haber discursos sobre el "racismo reverso", algo que nos puede parecer muy familiar en México en estos días con "racismo a la inversa".

Siguiendo las ideas de académicas como Achille Mbembe y Nancy Fraser (Achille: siéntete incluído en el femenino), vivimos en una época en donde por una parte, hay una democracia liberal al mismo tiempo en que, por otro lado coexiste con un capitalismo neoliberal, o un "neliberalismo progresivo" según palabras de esta filósofa estadounidense (osea, Fraser). 

Si bien en la década de los noventa se alcanzaron ciertos logros (pensemos que son los años en que se gestan las acciones afirmativas en Brasil y Colombia; los años en que se reconoce a México como una nación pluricultural mediante la modificación del artículo 2), como señalan Mullings y Hale, también hubo reveses que sin ellos, no se explica el desastre que tenemos en estos momentos. 

Recuerdo que fue en la década de los noventas (tendría yo como unos catorce o quince años) que comenzó a escucharse lo que ahora conocemos como "las muertas de Juárez"; y también recuerdo aquella sugerencia que hizo la periodista Elena Poniatwoska a las mujeres de Ciudad Juárez: "mujer, ten listas las llaves de tu coche en cuanto salgas del trabajo", frase que evidenciaba el desconocimiento de la blanquedad (gente blanca, con blanquitud y privilegios de estatus, capitales económicos, sociales y culturales) de lo que estaría por ocurrir: 100,000 desaparecidos y 35,000 muertos en la guerra contra el narcotráfico.

Bueno, pues volviendo al texto, el mentado neoliberalismo progresivo que viene gestándose desde la Segunda Guerra Mundial, ha fallado en solucionar las demandas más básicas de las personas históricamente racializadas en desventaja e incluso, sus garras han alcanzado a poblaciones que antes pensábamos hegemónicas, como personsa mestizas de piel clara y clase media. Los años de festejo por los pequeños logros se han esfumado; las alegrias por reconstruir juntas de buen gobierno, consejos de ancianos en comunidades indígenas castellanizadas con azotes, o la reconfiguración de asambleas comunitarias como lugares como Azqueltán Jalisco, se han visto opacados por el recuerdo de unos trailers deambulando por la ciudad de Guadalajara con cientos de cuerpos descompuestos o por la noticia de que una mujer trans llamada Zoe fue agredida con ácido en gran parte de su cara y cuerpo. Tanto los cuerpos en descomposición (los que todavía eran identificables) como Zoe estaban en un rango de edad que se puede clasificar como "joven".

Si bien ya el profesor José Manuel Valenzuela Arce (que según entiendo sigue enseñando en Tijuana) acuñó el concepto de "juvenicidio", también Rita Segato en palabras de Danny Ramírez han acuñado el término de "femigenocidio" para referirse a las muertes sistemáticas, constantes, como gotita de agua en la piedra que este sistema neoliberal progresivo se lleva día con día.

Y de acuerdo a Mullings y Hale, uno de los argumentos que dan carnita a este sistema de muerte, son ideas como "merecían morir jóvenes". Lo que están detrás de esta terrible frase es el motivo (o lo que no se dice) de por qué pensamos que merecían morir jóvenes. Como señaló esta señora jalisquilla que se hizo famosa por su retwit al gobernador Enrique Alfaro en el contexto de protestas: "¿están seguros que son de Guadalajara? porque se ven jóvenes muy morenos". Lo que hay detrás de "merecían morir jóvenes" son ideas como: por migrar encontró la muerte Moise Kabamgabe; por ejercer el trabajo sexual merecían ser desaparecidas (lo que es equivalente a frases como: por putas les pasa eso); por andar loqueando los paró la poli y ya no aparecieron ni buscando debajo de las piedras.

Pienso que la verdadera retracción (o contracción o achicamiento) de este proyecto racial de muerte, es la justificación de la muerte misma cuando ocurre en personas racializadsa negativamente y que, como personas mestizas (no indígenas y no afro/negras) en las Américas, somos tremendamente responsables de esto (y no es para que tomemos un chicote y nos azotemos), sino que este revés que ahora vemos, es constitutivo de nuestro "bien-estar" o de nuestros privilegios.



lunes, 24 de enero de 2022

Lady-Diana-Mariana-Ama-Pobres-Rodríguez ¿qué te produce la blanquedad?

 Lady-Diana-Mariana-Ama-Pobres-Rodríguez ¿qué te produce la blanquedad?


 Quién fue Basquiat, el artista que rompe récords millonarios en subastas

Ayer busqué fotos de esta chica,

con sus cabellos rubios y largo,

con las cejas oscuras y sus abrigos beiges.

Vi una foto de ella sentada en el piso

abrazando a un bebé que tenía los pies descubiertos.

Por un momento me acordé cuando mi madre me dejaba los pies así,

al aire, los dedos diminutos como gomitas agridulces.

Y ahí estaba ella,

con su cubrebocas mal puesto,

sentada en el piso con cochambre, con hongos en las esquinas,

sentada con sus zapatillas Dior color claro,

de esas puntiagudas que te aprietan del quinto al tercer dedo.

con un pantalón estilizado, plisado con buen almidón.

Y se veía tan cómoda, tan suelta.

Juro que sí había camas, en todo Monterrey hay camas,

al menos en los horfanatos las camas pululan.

Sin embargo, ella prefirió sentarse en el suelo barreteado

como si hubiera sido pintado mal con toda la intención,

con un pinol barato o con olor a trapo húmedo.

Estaba sentada, sosteniendo un bebé y dándole la mamila.

Complejo de Lady Diana, eso era y eso es.

Lady Diana regiomontana sosteniendo a los leprosos;

Lady Diana-Mariana-Ama-Pobres-Rodríguez.

¿Qué les produce la blanquedad?

¿Será serotonina?

¿Es como cuando tu canasta de la rueda de la fortuna baja de repente,

y sientes el puvis en la boca?

¿Es como antes de aventarte de un trampolín a tus siete años?

Me pregunto si después de que

Lady-Diana-Mariana-Ama-Pobres-Rodríguez abraza a los niños

¿se olerá las manos? ¿se pasará Lysol? ¿o sólo se las guardará en las bolsas de su pantalón almidonado?

Yo tuve alumnas como tú, LDMAPR.

Iban a los asilos, a los albergues, a FM4, a los hospicios.

Iban y se tomaban fotos,

abrazaban a los más desvalidos,

besaban las manos de los niños sin cabello y sus ojeras saltonas color morado.

Se vestían de Mimi y cantaban para los migrantes.

Y cuando llegaban a la escuela,

a mi clase,

las rubias de pelo largo se decían: <el de azul era tu novio>

<no, el tuyo olía a masa podrida>

<el niño de camisa beige olía a las papas fritas que hace Don Beny>

<¿Viste que la niña de morado le salía algo por el grano de su cara?>

Y soltaban largas carcajadas.

Laaaaaaaaaaaaaargaaaaaaaaaaaaas.

Así te ves, querida Lady-Diana-Mariana-Ama-Pobre-Rodríguez.

¿Sabes por qué lo sabemos?

Siempre hemos estado al lado de ustedes,

como maestras, como sirvientas, como barrenderos, como el que te empaca las cosas;

les hemos escuchado, sabemos sus tretas.

Pero eso aún no responde mi duda

¿Qué les produce la blanquedad al besar lo que asco les ha dado?

Tú dime, Lady-Diana-Mariana-Ama-Pobre-Rodríguez.

 

 

viernes, 14 de enero de 2022

Texto "Capitalismo racial, antirracismo y filantropía"

 

Capitalismo racial, antirracismo y filantropía: las complejidades en la consolidación de agentas antirracistas críticas en México y sus universidades.

 

 

Dra. Gisela Carlos Fregoso

Email: Gisela.carlos@academicos.udg.mx

Universidad de Guadalajara

Departamento de Historia

 


 

Introducción

Durante los años 2012 al 2016 me encontraba realizando un doctorado en la ciudad de Xalapa, estado de Veracruz, al sur de México. Mi investigación intentaba dar cuenta del racismo en las universidades, y qué estrategias antirracistas existían para contrarrestar dicha opresión. Esto me llevó a indagar sobre algo que se llamó PAEIIES[1], un programa de apoyo académico que se había implementado en las universidades convencionales mexicanas entre los años 2003 al 2010[2]. Parte de mis objetivos consistía en conocer cómo es que la Fundación Ford había estado involucrada en el funcionamiento de dicho programa. Para el año 2013 ya había indagado algo al respecto, y entre algunos de los datos que me resultaron relevantes estaba que la Fundación Ford había intentado implementar en México una estrategia educativa a nivel nacional para lo que entonces se le llamaba “grupos marginados”. Entre el año 2001 y 2002 los asesores educativos de la Fundación Ford acordaron que una buena iniciativa sería financiar becas que tendrían un impacto individual y además de ello, se ideó crear acciones afirmativas que tuvieran un impacto institucional y con repercusiones más colectivas. Teóricamente al cabo de un par de años las acciones afirmativas se convertirían en política pública federal. Diez y ocho años después, en el 2021, basta decir que en México estas aspiraciones no terminaron de cuajar del todo como políticas públicas claras que aseguraran el ingreso de personas indígenas y/o negras, para con ello disminuir el racismo en las universidades.

 

En el año 2013 me di a la tarea de buscar a Chris Martin, quien había sido el representante de la Fundación Ford en México y la región Centroamérica y, quien había estado encargado del presupuesto en aquellos años. Para mi sorpresa, Chris vivía en el estado de Jalisco, lugar donde me encontraba haciendo mi trabajo de campo; conseguí su teléfono, le marqué y me dijo que vivía en Tizapán el Alto, cerca del Lago de Chapala. La decisión de irse a vivir ahí obedecía a que había adquirido una enfermedad en sus ojos mientras se encontraba trabajando en Guatemala; dado que ya no podía viajar como antes solía hacerlo, optó por establecerse en Tizapán Jalisco y formar una orquesta infantil en el municipio.

 

Manejé aproximadamente hora y media hasta el Lago de Chapala; Chris Martin y yo nos reunimos en el lugar de ensayos de su orquesta. Le pregunté si podía grabar la plática y si tenía el tiempo, que profundizáramos en temas específicos. Mi primera impresión al ver a Chris por primera vez fue que era una persona que se mostraba generosa para platicar sobre el proceso de la Ford en un país como México; le expliqué lo que estaba investigando y la primera pregunta que se me ocurrió formular fue acerca de la suma de dinero que la Ford había destinado para una parte de la región latinoamericana y, concretamente, si esa cantidad de dinero había tenido la influencia suficiente para que en México se aceptara la existencia del racismo. La respuesta de Peter fue clara y contundente: se habían destinado trece millones de dólares para implementar programas de acciones afirmativas en universidades convencionales de cuatro regiones de América Latina. El objetivo era que los gobiernos se apropiaran de dichas acciones y que estas, en un futuro no muy lejano, fueran política pública. Para el caso mexicano eso no fue tan sencillo. Chris Martin comenzó a relatar cómo existía una renuencia a implementar programas de discriminación positiva en instancias del Estado como las universidades públicas. Tal fue el caso del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) el cual negaba la existencia del racismo y además afirmaba que en México la desigualdad tenía orígenes clasistas o étnicos, pero no raciales. Además, esta y otras instancias sostenían que constitucionalmente, en México estaba prohibida toda forma de discriminación, incluida la discriminación positiva.

 

Centros de investigación que se financian con fondos públicos como el CIESAS[3] ya administraban desde el año 2000 el Programa Internacional de Becas de la Fundación Ford, por lo que parte de los trece millones de dólares no podían ser administrados por dicho centro de investigación. Asimismo, los trece millones de dólares no eran exclusivamente para México ni para gastar en un año, pero sí gran parte de esa cantidad era para la región mexicana. La primera convocatoria lanzada por la Fundación Ford fue en el 2002 para iniciar a operar seis millones de dólares en 2003 y sólo estuvo dirigida a universidades públicas. Debido a las restricciones que la Fundación Ford imponía al ejercicio de sus fondos, el dinero no podía ser entregado directamente a las casas universitarias sino que debía de pasar por lo que se le conoce como Organizaciones no gubernamentales (ONG); además, aunque eso hubiera sido posible, en ese momento las instituciones de educación superior en México no contaban ni con departamentos, ni con coordinaciones ni con programas específicos enfocados exclusivamente a los cupos o cuotas escolares ni tenían políticas de discriminación positiva. Esto se vio reflejado cuando en el 2002 sólo seis universidades públicas habían solicitado fondos a la Fundación Ford y dichos proyectos versaban en su mayoría sobre apoyo psicológico para que personas indígenas pudieran superar la “discriminación”[4]; poco se hablaba de la inequidad o desigualdad racial, mucho menos de la situación de las personas negras o afros.

 

Esta experiencia me hizo reflexionar durante varios años diversas cosas: por una parte, el Estado mexicano y sus instituciones se negaban a abordar el tema del racismo de forma explícita y en su lugar preferían hablar de discriminación; por otra parte, docentes mestizo[5] que participaron en el PAAEIES así como beneficiarios indígenas, argumentaron que, de no haber existido estos fondos internacionales, las posibilidades de profesionalizar a personas indígenas o de ingresar a un posgrado hubieran sido casi nulas. Lo anterior era paradójico con el hecho de que pervivía el malestar y el escepticismo en las comunidades indígenas al ver que las y los jóvenes que eran beneficiarios de programas como el PAAEIES, comenzaban a sentirse avergonzados de sus comunidades o de sus lenguas[6], incluso se afirmaba que cualquier estudiante indígena que estaba dispuesto a ser beneficiario de fondos internacionales, era porque ya sabía que debía de pasar por un proceso de blanquitud[7].  

 

Con lo anterior quiero traer uno de mis principales ejes de debate en este capítulo: 1) ante la negación del racismo por parte del Estado mexicano y sus instituciones ¿qué factores impidieron el posicionamiento de una agenda antirracista en la década del 2000?, 2) ¿qué discusiones fueron posibles y cuáles otras fueron canceladas con la inversión de una fundación internacional como la Ford en México?, 3) Ahora, con la llegada de la Fundación Kellogg en el escenario mexicano ¿qué paralelismos existen entre ambas fundaciones? Y sobre todo ¿Qué factores de la ideología racial del mestizaje impidieron y siguen imposibilitando una agenda antirracista crítica en México?

 

De esta manera, este capítulo será presentado en tres partes: en un primer momento y desde una perspectiva histórica daré algunos datos relevantes sobre la Fundación Ford y la Fundación Kellogg para explicar ante qué tipo de filantropía estamos en México. En un segundo momento haré un recorrido muy sucinto sobre las complejidades y vaivenes que ha implicado posicionar una agenda antirracista en México desde sus instituciones; en una tercera parte explicaré el rol de las fundaciones en las cooptaciones de movimientos radicales para luego hablar sobre los retos y los temas incómodos que las Fundaciones a veces abordan y a veces no para. Finalmente, cierro a modo de conclusión, el rol de la academia y las universidades ante la inversión de presupuesto de organizaciones internacionales.

 

 

Sobre las fundaciones

La Fundación Ford

La Fundación Ford surgió en el año de 1936 pero no fue sino hasta 1966 que McGeorge Bundy anunció en Filadelfia con bombo y platillo que la Ford haría una gran inversión en lo que llamo “Acción por igualdad de oportunidades”[8]. Buss sugiere que desde la década de 1960 la Ford ha actuado estratégicamente en el campo de la educación, siguiendo ciertos patrones, tales como: a) favoreciendo políticas elitistas y cooperando con instituciones de élite para introducir el cambio; b) ha usado una perspectiva tecnocrática; c) ha usado técnicas promocionales en lugar de estudios empíricos como formas de llevar a cabo sus programas y d) pese a tener una imagen de filantropía innovadora, su actuación ha sido reactiva y no anticipatoria[9]

 

Según Parmar, la Fundación Ford, junto con la Fundación Rockefeller y la Carnegie fueron parte de la política exterior occidental establecida. De acuerdo a este autor, el desarrollo del liderazgo de estas fundaciones, particularmente el de la Ford, tuvo tres fases: 1) un primer momento en donde engancharon a la opinión pública sobre la importancia del internacionalismo liberal y acerca de la relevancia de tener gobiernos nacionales fuertes; 2) un segundo momento en donde se dedicaron a formar y fortalecer en 1960 y 1970 a una élite intelectual representativa de grupos raciales, de clase y de género para que sirvieran como conducto o puente; 3) un tercer momento a partir de 1980 en el cual se auspiciaron reformas democráticas que sostenían ideas como que los sistemas económicos y políticos servían a cualquier persona[10].  

 

En lo que a educación superior se refiere, podemos hacer diferenciaciones si hablamos de la influencia de la Fundación Ford en Estados Unidos, o fuera de este país. Para el primer caso, existen diferentes y muy variadas investigaciones las cuales coinciden en que las donaciones privadas y de fundaciones forman una parte medular de los objetivos de las instituciones públicas y privadas de nivel superior; para el segundo caso, se pueden diferenciar tres grandes ámbitos o tipos de presencia: la llevada a cabo en países africanos de la posguerra[11]; aquellos programas ejecutados en los llamados lugares del “tercer mundo”; y aquella presencia en donde se caracterizó por el reconocimiento de lógicas de desigualdad agudas y que, por tanto, fueron conocidos como geografías o regiones de la inclusión y la justicia social[12].

 

 

La Fundación Kellogg

Por su parte, la Kellogg, fundada en 1930 en Michigan, tiene dos grandes características:  es una organización de patronazgo de reformas al mismo tiempo en que puede ser clasificada como una organización de cambio social. Lo anterior quiere decir que su primera característica implica que la fundación tiene por objetivo incidir en las políticas públicas a nivel federal o municipal mediante la inyección de fondos a programas o poblaciones específicas. Basada en la historia de la Ford, Joan Roelofs explica el patronazgo de reforma y dice que la Ford fue decisiva para modificar la política laboral en Estado Unidos. En la década de los cincuenta, por ejemplo, la Ford lidereó lo que llamó “guerra contra la pobreza”. Esto llevó a que el Estado creara los programas experimentales llamados “Combate a la delincuencia juvenil”; dicho programa fue replicado en distintas ciudades de Estados Unidos y se enfocó en lo que se le conoció como “zonas grises” o áreas deprimidas, las cuales estaban habitadas por personas latinas, negras y migrantes. La incidencia contribuyó a reproducir un discurso criminalizante contra los jóvenes. Es decir, la inversión de la Ford tuvo un impacto a nivel municipal en distintas ciudades de Estados Unidos puesto que los gobiernos locales tomaron acción, intentando contrarrestar la pobreza mediante la criminalización de los jóvenes. Este tipo de influencia de las fundaciones se les conoce como políticas de influencia o patronazgo de reformas[13].

 

Por su parte, las organizaciones de cambio social se caracterizan por tener un impacto en las comunidades u organizaciones con las que trabajan. Sin embargo, Roelofs asevera que este cambio (en las organizaciones) rara vez ocurre, y si se da, es a nivel simbólico, pero no en la agenda política. Esto se debe a que las organizaciones y las comunidades no son tan horizontales como dicen serlo y sí involucran a las élites de las fundaciones en sus objetivos, en su estructura y en sus actividades[14]. De este modo, las fundaciones terminan marcando la pauta para el resto de los donadores. Un ejemplo que Roelofs trae a cuenta es la estrategia de regulación que llevó a cabo la Fundación Ford en la década de 1960 sobre el movimiento negro: parte de sus estrategias fueron impartir cursos de liderazgo, diseñar e implementar programas de asistencia técnica para protestas y dar asesoría legal personalizada. El impacto de esto fue que los apoyos se individualizaron y se desvió la atención al apoyo colectivo.

 

Al igual que la Ford, la Fundación Kellogg decidió invertir en universidades históricamente negras en la década de 1960; A partir de la década de 1970 a 1980, la Kellogg le apostó a incrementar la representación de personas víctimas históricas del racismo en profesiones clave; en 1996 llevó a cabo la iniciativa de inversión en la educación superior para personas nativo-americanas y a partir del año 2000 comenzó la iniciativa de “Jóvenes en contra del racismo”. Tres años después de dicha iniciativa es que surgió el Fondo Boabá y la experiencia brasileña que alentaría el trabajo en México. Actualmente, La Kellogg trabaja en 25 municipios de México de los cuales, nueve de ellos están en el estado de Chiapas[15], concretamente de geografías cuya población ha sido desplazada por la guerra paramilitar del gobierno federal hacia las comunidades zapatistas. Los otros 16 municipios de trabajo están en la Península de Yucatán. Sebastián Frías apunta que el enfoque con perspectiva racial en la fundación, si bien no es uno de los objetivos primordiales de esta organización, sí es un eje transversal en la Kellogg. En ese sentido, la transversalización de la perspectiva racial tiene el significado de lo que llaman “la sanación racial” en esta fundación:

 

Con la sanación, reconciliación, y este componente más personal de los efectos del racismo en las personas (…) un tema mucho más integral y amplio que lo racial (…) un trabajo doble entre el cambio estructural, sistémico, de políticas públicas y también el cambio en lo personal, en el sanar relaciones

 

Al respecto, Courtney Jensen critica que uno de los discursos más repetitivos de la filantropía, es que el racismo, la desigualdad y, en general, la opresión, es visto desde las fundaciones, como un problema del otro y no como un asunto de aquellos que se privilegian de la opresión o que acumulan grandes capitales (como las fundaciones filantrópicas)[16]

Haciendo memoria: el camino de la agenda antirracista de los de arriba


Para poner en contexto lo que he dicho, es preciso recordar que la primera década del siglo XXI mexicano se caracterizó por el agotamiento de las políticas indigenistas provenientes del Estado nación, al mismo tiempo en que nació la interculturalidad oficial como propuesta estatal[17]. Producto de ello se crearon instituciones como la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe (CGEIB) en el año 2001, y en el 2003 surgieron el Instituto Nacional para las Lenguas Indígenas (INALI) y las universidades interculturales. Del 2003 al 2010 se operativizó el Programa de Apoyo Académico a Estudiantes Indígenas (PAAEI) financiado unos años por la Fundación Ford. Como dije, este programa no pudo solidificar políticas de discriminación positiva o acciones afirmativas que aseguraran el ingreso de personas indígenas a las universidades; en lugar de ello, lo que se hizo fue que, una vez que el estudiante indígena lograba aprobar el examen de admisión por sus propios medios, ya siendo alumnos activos, se les daba la opción de tomar un tutor o tutora que les guiara en su proceso universitario[18].

 

En el año 2005, en esa misma tónica de negar la existencia del racismo y en su lugar hablar de discriminación, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI) declaró que, para contar a la población negra y afro, no era posible incluir la categoría de “negro” bajo argumentos de que dicho etnónimo evocaba directamente la “raza” y, por lo tanto, era discriminatoria[19]. También en ese mismo año se llevó a cabo la primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México[20] la cual fue coordinada tanto por el INEGI como por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Esto es, en el 2005 la tónica del Estado nación pareciera estar diciendo “sí vamos a indagar sobre el racismo, pero bajo nuestras condiciones y sin nombrarlo”.

 

Cinco años más tarde, en el 2010, se realizó la investigación Project of Ethnicity and Race in Latin America (PERLA) coordinada por Edward Telles[21]. El trabajo de campo de dicho proyecto se efectuó en cuatro países de América Latina entre los que se encontraba México. En esta investigación se usó la conocida paleta de once colores[22] creada por el antropólogo colombiano Fernando Urrea Giraldo; el proyecto PERLA usó categorías raciales como indígena, mestizo y blanco y reportó el rol que jugaba el color de piel y la lengua indígena en el acceso a la escolarización [23], entre otras cosas. El uso de la paleta de colores desató controversias sobre si era válido medir el color de piel como un indicador estructural de las desigualdades en México. La singularidad de esto es que la segunda Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) en el 2010[24], el CONAPRED imitó el uso de la paleta de Urrea Giraldo con una pequeña escala de nueve tonalidades, pero para reportar sólo la autoidentificación del tono de piel. Una vez más, el Estado mexicano tomó cartas en el asunto, pero bajo sus propios términos y poniendo énfasis en las percepciones de los entrevistados, sin correlacionar el factor del color de piel con el acceso a derechos[25].

 

Posteriormente en el 2015, el INEGI decidió hacer un primer conteo de la población negra en México; el fraseo de la pregunta que se haría para reportar el número y las condiciones de vida de esta población fue: “De acuerdo con su cultura, historia y tradiciones ¿se considera negra(o), afromexicana(o) o afrodescendiente?[26]. Lo anterior tuvo como consecuencia que los resultados mostraran a la población negra y afro con similares números o cifras de acceso a educación, empleo, salud y servicios que la población mestiza. Es decir, el color de piel no apareció como un factor o indicador de desigualdad[27] dado que se culturalizó el fraseo de la pregunta; una persona podía ser culturalmente afro, pero no ser negra.

 

Y aquí es donde la Fundación Kellogg viene a cuenta. Dicha fundación comenzó a trabajar en México desde el año 2012 en el contexto que arriba expongo; es hasta el 2015 que la Kellogg comenzó a relacionarse con otras organizaciones para tratar de formar una agenda antirracista en México. La Kellogg había creado el Fondo Boabá en Brasil; pese a que el contexto y la agenda antirracista brasileña era (y es) muy distinta a la de México, la experiencia del Fondo Boabá fue la que potenció y animó a la Fundación Kellogg a iniciar conversaciones sobre antirracismo en México. Incluso se mencionó en la fundación que uno de los retos más grandes era capitalizar el antirracismo llevado a cabo en las instituciones brasileñas, para poder adaptarlo en México. En paralelo, si revisamos la trayectoria de la Fundación Ford y pese a que esta organización estableció sus oficinas en Brasil desde la década de 1960 durante la dictadura, Chris Martin me señaló durante aquella entrevista del 2013 que la Ford venía del proceso de invertir en acciones afirmativas o políticas de cuotas en diversas universidades brasileñas; al igual que nos comparte Frías, Martin aseveró en aquella entrevista, que la experiencia brasileña les había inspirado a actuar en México y Centroamérica.

 

En enero del 2016 el Colectivo para Eliminar el Racismo (COPERA)[28] del cual formo parte, llevamos a cabo nuestra junta anual en la Ciudad de México. Estábamos en Casa Xitla trabajando en uno de sus salones; ahí vi a Sebastián Frías por vez primera. Él formaba parte del equipo México de la Fundación Kellogg y para esas fechas habíamos acordado hablar con algún representante de la fundación; como parte de la reunión con Frías se nos planteó que, para poder colaborar con la Kellogg teníamos que estar consolidados como una organización no gubernamental o asociación civil. Las posibilidades que nos daba el ser un colectivo sin registro oficial, iban desde poder jugar con estrategias antirracistas, tomarnos el tiempo para entre los miembros de COPERA discutir mejor los conceptos y las lógicas del racismo en México, así como no tener un compromiso “formal” con COPERA sino participar en sus actividades eventualmente, conforme nuestras agendas nos permitieran. Ahí Sebastián Frías nos comentó que desde hace años la Fundación Kellogg había estado intentando desarrollar una agenda antirracista en México, lo cual le había implicado diversas dificultades. En esa junta afloraron las dudas sobre las implicaciones de consolidarnos como ONG y colaborar con la Kellogg y acerca de los alcances de que la Kellogg tuviera incidencia en nuestras decisiones y en nuestra mirada antirracista como Colectivo. Sebastián Frías respondió que una de las cosas que le gustaba del Colectivo COPERA era la comprensión del racismo y antirracismo y que trabajábamos a la par con las comunidades y organizaciones de base.

 

Un año más tarde, en el 2017 volví a ver a Sebastián Frías en el evento “Nombrar y Contar” organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Ahí se hizo una fuerte crítica al Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI)[29] por diversas razones, entre las cuales primaba el uso de la categoría “raza” como categoría analítica y el uso de la paleta de colores diseñada por Urrea Giraldo. Los cuestionamientos señalados por Frías en ese evento tenían que ver con la interrogante sobre qué opciones tenía la academia y sus instituciones para reportar la desigualdad relacionada al color de piel, sin usar la paleta de colores de Urrea. Acto seguido, una académica de la UNAM preguntó sobre qué otras formas tenían las propias poblaciones indígenas y negras/afros de base, de nombrar o referirse al pigmento, de modo que ayudara a pensar diferentes formas de medición de la desigualdad, sin nombrar el color de piel. La pregunta después se dirigió específicamente al líder de la organización Enlace de Pueblos y Organizaciones Costeñas Autónomas (EPOCA A.C.), organización negra y afro surgida en el año 2005 en la Costa Chica de Oaxaca:

 

yo soy negro y no me queda la menor duda y por acuerdo de la mayor parte de las organizaciones quedamos en nosotros asumir el nombre de afromexicanos. Nadie está trabajando para denominarnos afrodescendientes. Cuando nos dicen afrodescendientes, como que no es con nosotros. Nadie está trabajando para ser afrodescendiente. Nuestros eventos dicen “afromexicanos”, y si nos dijeran negros nosotros estaríamos felices. Desgraciadamente, la parte técnica, jurídica y legislativa no puede ser la palabra negro. Nuestra constitución no llevaría la palabra o pueblos negros. Y esto es una discusión que, por lo menos en el estado de Oaxaca se ha dado porque consideran la palabra “negro” como algo despectivo, como algo racista, que puede lastimar […][30].

 

Lo anterior quiere decir que, en ese momento del 2017, quienes sí estaban de acuerdo en asumir, apropiarse y resignificar la categoría que hacía alusión al color, eran las organizaciones, pero en ese momento había un sector académico que sostenía que la paleta de once tonalidades o, categorías como “raza”, era incorrecto, decimonónico y hasta peligroso cuyo riesgo era que el Estado mexicano reprodujera el racismo mediante dichas estrategias. Es decir, se podía percibir un temor latente a que el Estado mexicano reprodujera el racismo. Diez y siete años antes, como me narró Chris Martin, las resistencias institucionales también venían del sector de la academia, concretamente de los más altos rangos como el CONACYT. Los argumentos de esta élite académica y burocrática de aquel entonces residían en negar la existencia del racismo y, posteriormente, en el temor de que las instituciones de Estado reprodujeran el racismo si nombraban la discriminación y si la discriminación positiva se ponía en práctica.

 

Ahora, con la participación de la Fundación Kellogg en México y su rol en el proceso de reconocimiento de la población negra, afromexicana y afrodescendiente resulta apremiante preguntarnos ¿qué podemos aprender de la experiencia de la Fundación Ford y su inversión en México? ¿Qué lecciones hay que tomar en cuenta para consolidar una agenda antirracista desde organizaciones como la Kellogg?

 

 

Complejidades, contradicciones y violencia racial

Existen varias ideas que hacen compleja la perspectiva acerca de la intervención de las fundaciones en regiones específicas del planeta. Estas complejidades vienen a cuenta sin importar el tipo de fundación de la que estemos hablando.  Entre estas complejidades se puede destacar lo siguiente: que las fundaciones encarnan la idea de que, para el interés público es mejor la caridad privada;  también, la crítica más fuerte a las fundaciones es la hegemonía ideológica que terminan imponiendo con su trabajo a través de múltiples estrategias, destacando entre ellas su inversión; asimismo se argumenta que estas excluyen y marginan a movimientos sociales, descartando a ciertas organizaciones clave o colonizando organizaciones radicales[31], como fue el caso de la Fundación Ford y su intervención en el movimiento radical negro de la década de 1960[32].  En este sentido, Courtney Jensen afirma que sólo las organizaciones de clase media “de base” mueven las agendas de las fundaciones, lo que tiene por consecuencia que las fundaciones no apoyan a organizaciones radicales, lo que impide un cambio social progresista[33]. Además, el proceso de acumulación primaria de las fundaciones es una de las causas u orígenes de las injusticias que estas organizaciones buscan sanar/resolver. Es decir, es probable que una organización solicite recursos a una fundación internacional, con la finalidad de “reestablecer el tejido comunitario”.

 

De acuerdo con los argumentos de Chris Martin, la Fundación Ford no quería caer en asistencialismos, ni considerar a los indígenas que estuvieran en las universidades como personas incompletas carentes y en desventaja; Martin señaló que ya había conocido a Sylvia Schmelkes, quien era coordinadora general de Educación Intercultural y Bilingüe de la Secretaría de Educación Pública en ese momento, y esta última tenía varias ideas. Entre estas estaban incrementar el reconocimiento y la presencia indígena en las universidades, diseñar un currículo especial para las comunidades indígenas y transversalizar la interculturalidad[34]. Martin sostuvo que uno de los factores más relevantes que como fundación querían dejar claro a las universidades públicas de México, era enfatizar la idea de que la llegada de las personas indígenas a las universidades enriquecería a las instituciones de otras epistemologías, y que era importante diseñar un programa que no sólo contemplara a indígenas de escasos recursos. Aunque Martin no lo llama de esta manera, lo que se quería enfatizar era que el proyecto de financiamiento de la Fundación Ford en México en la primera década del siglo XXI quería poner sobre la mesa que no estaban a favor de lo que Carmen Martínez Novo[35] y luego Judith Bautista Pérez llaman “racismo amoroso”; esto es, en reproducir discursos desde paternalismos y maternalismos basados en el “amor a las comunidades”.

 

No queríamos caer en la trampa de imitar a Estados Unidos, en donde ahí la cosa es bastante politizada y es sólo para personas latinas o afroamericanas. Queríamos algo nuevo, queríamos educación pública, y la educación pública es para todos”[36]

 

Karen Ferguson nos dice que, en los primeros meses de 1968, Charles E. Wilson, quien era el nuevo coordinador del grupo directivo del proyecto “Control Comunitario-Escuela Intermedia 201”, contactó a la Fundación Ford con el fin de invitarles a invertir en el este de Harlem. La Ford ya había invertido un año antes en la Escuela Intermedia 201 como parte del plan de Descentralización de la Educación, la cual fue motivo de disturbios en Harlem debido a que la institución carecía de ventanas. Además de la Escuela Intermedia 201 (IS-201), la Ford estableció una segunda escuela en una zona precaria de la parte baja de Manhattan y otra en medio de un gueto de Brooklyn. De esta forma, la Fundación Ford estaría en el corazón de las comunidades negras de Nueva York, y sus escuelas serían un centro de reunión para los suburbios[37]. El trabajo de Megan M. Francis argumenta que tanto la estrategia de Descentralización de las Escuelas, como la inversión en el campo artístico como la creación de The Negro Emsemble Company y de New Lafayette Theatre crearon lo que Ferguson llama “Multiculturalismo desde arriba”[38].

Los estudios de Megan M. Francis sostienen que estas dos estrategias (Descentralización de las Escuelas y el apoyo al campo artístico) fueron una salida para quitar la mirada y los esfuerzos de la Asociación Nacional por el Avance de la Gente de Color (NAACP) en las campañas anti-linchamiento. Es decir, la intervención de la Ford hizo desviar la mirada de la violencia racial que estaba ocurriendo sobre los cuerpos negros, y centrarla en las dos estrategias que ya mencioné arriba.

 

¿Cuáles han sido los retos? Temas cómodos y temas incómodos

En un seminario que organicé de enero a junio 2021 titulado “Hacer una puerta donde no la hay: sesiones sobre blanquedad en México y las Américas”, Sebastián Frías estuvo de invitado en la sesión 5 para hablar sobre el financiamiento de las fundaciones a las universidades de las Américas. Parte de lo que señaló es que el ámbito filantrópico está experimentando un cambio puesto que sus miembros, quien además de estar en la filantropía participan de otras instituciones, están posicionando conversaciones que no siempre son cómodas. Entre esos temas difíciles se encuentra la discusión sobre lo racial y sobre las formas de actuar de las fundaciones en las comunidades y las implicaciones que tiene hablar sobre la dimensión emocional del racismo y las consecuencias del proceso de sanación de esa opresión racial. Además, Sebastián Frías compartió que, si bien la filantropía puede tener un rol fundamental para movilizar agendas como el antirracismo, las fundaciones no son suficientes para lograr una transformación social. Aquí quisiera agregar a las ideas planteadas por Frías que, uno de los retos más grandes (además de la emergencia climática) a nivel mundial, es la desigualdad creciente en todo el globo; Y las fundaciones, que acumulan grandes sumas de dinero año con año pese a que montos cuantiosos se vayan a proyectos, estos no descapitalizan a estas organizaciones internacionales. Asimismo, estas grandes inversiones en regiones comunitarias no vienen sustentadas o respaldadas por los miembros de las comunidades ni por las organizaciones de base. Al respecto, Frías comenta que:

por ejemplo, uno de los errores que hemos visto recurrentes y que quizá hablamos de una forma más positiva o diplomática, es el muchas veces haber financiado proyectos que no eran legitimados o apoyados por las comunidades en las que se implementaban. Entonces, es esto… y esto lo vemos pasar en todo el… en el sector filantrópico, pero también de la sociedad civil en el que se imponen agendas, se imponen proyectos, se toma la decisión, se invisibiliza a las personas, creo que eso… yo creo que probablemente ninguna fundación de las históricas y de las grandes esté libre de haber cometido eso, de haber reproducido prácticas opresivas, de haber reproducido prácticas de extractivismo cultural, de neocolonialismo.

Lo anterior pone sobre la mesa que, si bien los proyectos de base necesitan recursos para poder movilizar o posicionar agendas, también es importante notar los límites de la filantropía, así como sus contradicciones e incluso, sus errores históricos. Finalmente, Faber y McCarthy[39] apuntan que la filantropía de cambio social es aquella que toma los temas de las comunidades y los hace suyos; esto implica que este tipo de filantropía debe de luchar contra las barreras sistémicas o estructurales que los ciudadanos de a pie no pueden hacerlo, respetando la autodeterminación de las organizaciones de base. Pese a ello, uno de los grandes retos a nivel global y que sería uno de los temas medulares para cualquier fundación internacional que quiera posicionar agendas antirracistas críticas en México es lo que estos autores señalan cuando preguntan ¿cómo no caer en una filantropía de colonización que restringe a las comunidades y que, cuando el dinero de las fundaciones viene extremadamente etiquetado, limita los proyectos de base? Y además ¿qué hacer con financiamiento que sólo son a corto plazo y que no aseguran la continuidad de agendas políticas antirracistas críticas? Y, volviendo a la experiencia de la Fundación Ford y a su actuación en el Harlem de 1960, o a su intervención en México en el 2001 ¿qué agendas ahora son de corte político radical (se me ocurre pensar en el robo de territorios indígenas, la intervención de megaproyectos como la minería o las eólicas), que la filantropía está evadiendo? Y en su lugar ¿qué proyectos le es más fácil lidiar o implementar a la filantropía, sin que tenga que comprometerse con un proyecto de justicia, de reparación y de igualdad serio?

A manera de conclusión: y, entonces ¿las universidades y la academia?

Uno de los retos de posicionar una agenda antirracista en México ha sido el abrir conversaciones que permitan, al menos, discutir el rol que tiene el racismo en la vida de todas las personas, y eso incluye la vida de las personas mestizas, blancas y extrajeras en México. Tal es el caso de la inversión reciente que hizo la Fundación Kellogg junto con OXFAM al proyecto “Discriminación Étnico Racial en México”[40]. Este proyecto, según se lee en su página, tiene diversos objetivos de los cuales hay que destacar: 1) que el proyecto busca analizar las diferentes formas de clasificación étnico-racial en el país, según las variaciones regionales de Yucatán, Oaxaca, Monterrey y Ciudad de México; 2) el proyecto persigue comprender la relación entre lo étnico-racial y la desigualdad en el uso de servicio y programas sociales. Es decir, una de las labores más importantes de este proyecto académico ha sido el de, una vez que ya se admitió en México la existencia del racismo, ahora es preciso concatenar el poder y la influencia de esta práctica de opresión con las complejidades de la desigualdad.

Al respecto, quisiera señalar dos puntos: 1) por una parte, la inversión de la Fundación Kellogg (junto con OXFAM) se hizo en una de las instituciones de élite académica más importantes del país, El Colegio de México, el cual sucede estar en la capital del país, potenciando las voces del centralismo mexicano. Claro, para llevar a cabo una investigación de tal envergadura, sólo una institución de élite, consolidada y con los recursos de infraestructura suficiente podía llevar a cabo tal proyecto. Pero ¿en dónde quedan, o cómo trabajar con aquellas universidades ubicadas en localidades donde la desigualdad no sólo se estudia e investiga, sino se vive cotidianamente?

Pensemos en las universidades de Chiapas, estado en donde está el municipio zoque que presenta mayor desnutrición infantil a nivel nacional. Pensemos en las universidades de Chihuahua, estado que tiene uno de los municipios con mayor número de líderes indígenas asesinados. O bien, el estado de Zacatecas, que es el que tiene el mayor número de megaproyectos de minería, los cuales han contribuido al despojo de territorio indígena y negro/afro en México. Entonces, aquí quiero lanzar la pregunta ¿qué conversaciones están dispuestas a tener las fundaciones internacionales o sobre qué temas, y con quiénes los van a conversar? Pareciera que en geografías donde agendas antirracistas claras y críticas no están bien definidas o delineadas (como México), es preciso utilizar el privilegio que da la desigualdad estructural, como dar voz a actores académicos que sí son escuchados; dotar de recursos a instituciones que, por su privilegio, los medios de comunicación sí valoran, o poner en la agenda antirracista temas importantes, pero no radicales.

Estas preguntas y afirmaciones que aquí expongo no son cómodas, pero tampoco son sencillas de responder; es decir, la conversación se vuelve cada vez más compleja por lo que es importante no caer en respuestas simplistas como “fuera las fundaciones internacionales de México”. Por ejemplo, uno de los logros de la inyección de fondos de las fundaciones internacionales es que han logrado sacar la conversación del antirracismo de lo que yo he dado en llamar “los nichos del racismo”.

Y con esto quiero abordar mi segundo punto: para hablar de “nichos del racismo”, me baso en la producción del antropólogo haitiano Michel-Rolph Troulliot[41] cuando habla de “Nichos del Salvaje” para referirse a la complicidad que existe entre las áreas disciplinares, la circulación de ciertos discursos y la manera en que estos dos elementos (conocimientos y discurso) se concatenen con ciertos cuerpos. En ese sentido, por “nichos del racismo” me refiero a aquellos discursos comunes que ciertas disciplinas de las ciencias sociales han creado alrededor de los debates del racismo. Por ejemplo, para hablar de una discusión que conozco: cuando se habla de los programas PAEIIES[42], se borra de la conversación el tema del racismo, se omite que estas fueron pensadas como prácticas de reparación ante un racismo histórico y estructural y, finalmente, se omite de la discusión el hablar del privilegio y se cae en “la igualdad de oportunidades”.

Sacar las discusiones de los lugares comunes o de sus nichos no es tarea sencilla, e implica invertir en espacios, ámbitos o prácticas que no necesariamente son lucrativas ni dan ganancias, es decir, no son funcionales al sistema capitalista en general. En este sentido y volviendo a las conversaciones con Sebastián Frías, este reconoce que la inversión en investigación es importante, pero no es redituable a corto plazo:

era muy difícil para nosotros integrar ahí el trabajo de investigación de las universidades porque creíamos que la inversión… Bueno, siempre hemos creído que la inversión en investigación la mayoría de las veces no tiene un impacto directo en estas condiciones. O sea, aunque se puede lograr crear algo de evidencia, se puede crear recomendaciones en política pública, el camino y el retorno de esa inversión es muy largo y es, digamos, pues, yo hasta lo pondría como inversión de riesgo porque, que tengas a alguien en la academia que pueda seguir ese camino desde hacer la investigación hasta hacer un cambio en política pública es prácticamente imposible. Entonces, creo que el reto más grande para nosotros es eso, que, dentro de nuestro presupuesto como tal, no está considerado como una prioridad la investigación.

En la última década ha habido una creciente preocupación porque los proyectos e investigaciones académicas tengan incidencia y provoquen un cambio (para bien) en la sociedad. El tema de la incidencia no sólo nos obliga a la academia a crear e implementar proyectos acorde a las realidades en donde trabajamos, sino que también pone sobre la mesa de discusión dos elementos: 1) que existen factores estructurales en México como el narcotráfico y la violencia causada por la implementación de megaproyectos a lo largo y ancho del país; dichas circunstancias no van a desaparecer sólo por implementar o tener incidencia en ciertas zonas del país; 2) la incidencia no se limita a la modificación, creación o suspensión de políticas públicas puesto que, como es bien sabido muchas políticas públicas que terminan en creación de institutos, coordinaciones y consejos sirven poco en lo que incidir en una agenda antirracista se refiere; en esa tónica, pensar la academia como una instancia a la cual no hay que invertirle porque lo que urge es la incidencia antirracista es ser ciegos a los factores estructurales que arriba expongo. Para concluir, quisiera subrayar la idea de la complejidad del tema y cerrar apuntando que, si bien la academia somos un círculo muy privilegiado en México y cierta academia está cooptada por una élite poco receptiva al tema del racismo y al antirracismo, bien valdría la pena apostarle a aquella academia que se encuentra en geografías racializadas en desventaja porque, la disyuntiva no debería de ser a qué instancias le invierten las fundaciones, sino, si las fundaciones internacionales, con toda la envestidura de privilegio que las cobija, están dispuestas a no cooptar sino acompañar luchas que implican un posicionamiento político, muchas veces, incómodo para la élite y el Estado mexicano.

 

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[1] Para indagar más sobre el programa, se puede consultar: https://www.redalyc.org/pdf/340/34019137005.pdf

[2] Gisela Carlos Fregoso, Racismo Anti-Indígena y “Privilegio” En Una Universidad Convencional, 1st ed. (Guadalajara Jalisco: Universidad de Guadalajara, 2021).

[3] Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

[4] Hay que mencionar que para esos años no se hablaba específicamente de racismo, ni mucho menos de racismo académico, sino de discriminación o exclusión.

[5] Carlos Fregoso, Racismo Anti-Indígena y “Privilegio” En Una Universidad Convencional.

[6] Carlos Fregoso.

[7] Por Blanquitud entiendo aquí en el sentido en que lo plantea Bolívar Echeverría, en el sentido de que no sólo se refiere a tener la piel blanca, sino que el concepto implica una serie de actitudes y valores que asumen un estilo de vida, Bolívar Echeverría, “Imágenes de La ‘Blanquitud,’” in Sociedades Icónicas. Historia, Ideología y Cultura En La Imagen, ed. Pablo Lizarazo Arias, Diego; Echeverría, Bolívar; Lazo, Segunda ed (México: Editorial Siglo XXI, 2013), 15–32.

[8] Karen Ferguson, Top Down. The Ford Foundation, Black Power, and the Reivention of Racial Liberalism (United States of America: University of Pennsylvania Press, 2003).

[9] Dennis C Buss, “The Ford Foundation in Public Education: Emergent Patterns,” in Philanthropy and Cultural Imperialism. The Foundartions at Home and Abroad, ed. Robert F Arnove (United States of America: Indiana University Press, 1982), 331.

[10] Inderjeet Parmar, “The ‘Big 3’ Foundations and American Global Power,” The American Journal of Economics and Sociology 74, no. 4 (2015): 676–703.

[11] Edward H Berman, “The Foundations´s Role in American Foreing Policy: The Case of Africa, Post 1945,” in Philanthropy an DCultural Imperialism. The Foundations at Home and Abroad, ed. Robert F Arnove (United States of america: Undiana University Press, 1982), 203–32. Inderjeet Parmar, Foundarions of the American Century. The Ford, Carnegie, and Rockefeller Foundations. In the Rise of American Power (United States of America: Columbia University Press, 2014).

[12] Mary S Zurbuchen, “Introduction: Breaking New Ground, Opening New Pathways,” in Leadership for Social Justice in Higher Education. The Legacy of the Ford Doundation International Felowshops Program, ed. Mary S Bigalke, Terance W; Zurbuchen, 1st ed. (United States of America: Palgrave Macmillan, 2014), 1–14.

[13] Joan Roelofs, “Liberal Foundations: Impediments or Supports for Social Change?,” in Foundations for Social Change. Critical Perspective on Philanthropy and Popular Movements, ed. Deborah Faber, Daniel ; ; McCarthy (United States of America: Rowmand & Littlefield Publishers, 2005), 61–87.

[14] Roelofs.

[15] Aldama, Chalchihuitán, Chenalhó, Mitontic, Pantelhó, Santiago el Pinar, San Juan Cancuc, Sitalá y Tenejapa. Sobre los municipios en donde opera la Fundación Kellogg en la Península de Yucatán, se puede consultar aquí: https://www.wkkf.org/what-we-do/mexico-map

[16] Courtney Jensen, “Foundations and the Discourse of Philathropy,” Administrative Theory and Praxis 35, no. 1 (2013): 106–27.

[17] Natividad Gutiérrez Chong, “Mercadotecnia En El ‘Indigenismo’ de Vicente Fox,” in El Estado y Los Indígenas En Tiempos Del PAN: Neoindigenismo, Logalidad e Identidad, ed. María Teresa Hernández, Rosalba Aída; Paz, Sarela; Sierra (México: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Porrúa, 2004), 27–52.

[18] Carlos Fregoso, Racismo Anti-Indígena y “Privilegio” En Una Universidad Convencional.

[19] Hoy en día, se sabe que el uso de la categoría “raza” es en el sentido analítico para poder obtener una radiografía de la sociedad.

[20] CONAPRED, Primera Encuesta Nacional Sobre Discriminación En México (Ciudad de México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2005), http://www.conapred.org.mx/index.php?contenido=pagina&id=424&id_opcion=436&op=436.

[21] Edward Telles, Pigmentocracies. Ethnicity, Race, and Color in Latin America, 1st Editio (North Carolina: University of North Carolina Press, 2014).

[22] Paleta que va de la letra A a la K, donde K es el tono más claro y A es el más obscuro.

[23] Regina Martínez Casas et al., “The Different Faces of Mestizaje: Ethnicity and Race in Mexico,” in Pigmentocracies. Ethnicity, Race, and Color in Latin America, 1st Editio (North Carolina: The University of North Carolina Press, 2014), 36–80.

[24] CONAPRED, Encuesta Nacional Sobre Discriminación En México 2010, 2 edición (Ciudad de México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2011).

[25] CONAPRED.

[26] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Intercensal 2015 (Méxicco: Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2015), https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/intercensal/2015/doc/eic_2015_presentacion.pdf.

[27] Geografía, 88.

[28] Para conocer más sobre el colectivo, puedes visitar: www.colectivocopera.org

[29] INEGI, “Módulo de Movilidad Social Intergenracional” (Ciudad de México, 2017), https://www.inegi.org.mx/programas/mmsi/2016/.

[30] Grabación y notas de diario de campo llevado a cabo para el proyecto LAPORA. Este se puede consultar aquí: https://www.lapora.sociology.cam.ac.uk/

[31] Jensen, “Foundations and the Discourse of Philathropy.”

[32] Ferguson, Top Down. The Ford Foundation, Black Power, and the Reivention of Racial Liberalism.

[33] Jensen, “Foundations and the Discourse of Philathropy.”

[34] Carlos Fregoso, Racismo Anti-Indígena y “Privilegio” En Una Universidad Convencional.

[35] Carmen Martínez Novo, “Racismo, Amor y Desarrollo Comunitario,” Íconos. Revista de Ciencias Sociales 4 (1998): 98–110.

[36] Carlos Fregoso, Racismo Anti-Indígena y “Privilegio” En Una Universidad Convencional.

[37] Ferguson, Top Down. The Ford Foundation, Black Power, and the Reivention of Racial Liberalism.

[38] Ferguson.

[39] Deborah Faber, Daniel; ; McCarthy, “Introduction,” in Foundations for Social Change. Critical Perspective on Philanthropy and Popular Movements, ed. Deborah Faber, Daniel; McCarthy (United States of America: Rowmand & Littlefield Publishers, 2005), 3–32.

[40] https://discriminacion.colmex.mx

[41] Michel-Rolph Troulliot, Transformaciones Globales. La Antropología y El Mundo Moderno, ed. Cristóbal Gnecco (Bogotá: Universidad del CAuca; CESO-Universidad de los Andes, 2003), https://antropologiadeoutraforma.files.wordpress.com/2013/04/trouillot-transformaciones-globales.pdf.

[42] Flor Marina Bermúdez Urbina, “Acción Afirmativa, Discriminación y Negación de Derechos Lingüísticos y Culturales En La Educación Superior Mexicana. El Caso de Floriberto Núñez Martínez , Indígena Tzetzal Ante El CONAPRED,” Revista de Derechos Humanos y Estudios Sociales VIII, no. 16 (2016): 79–97.